¡Hola, de nuevo!
Siguiente entrega de literatura creativa.
¡Que la disfrutes!
Había una vez un gato al que no le gustaba el pescado, pero le encantaba comer chocolate. El gato era blanco, pero con tanto chocolate, se había vuelto marrón.
Más
allá, el lobo Pérez estaba a punto de ir al monte en busca del tesoro. Pero
antes, debía decírselo al perro Ramón para que lo acompañara.
El
electricista fue a cortar el cable correcto de la bomba pero antes de que lo
cortara, apareció el terrorista con una ametralladora. El electricista pensó
que todo había acabado cuando, de repente, apareció el valiente policía que
intentó capturar al terrorista. Pero el electricista cortó el cable incorrecto
y todo voló por los aires. Todo menos el terrorista.
Un
chico encontró un perro al que llamó Pipo. El perro se encariñó con el chico,
que se llamaba Pepito. Se llevó el perro a casa y, al llegar, como tenía que
hacer los recados, lavar los platos, hacer la cama… al perro le dio tanta pena
que se puso a hacer él las tareas. Se puso patas a la obra y comenzó a hacer
las camas mientras Pepito veía la tele. Cuando la madre de Pepito llegó a casa
y lo vio todo tan limpio y ordenado, le dio una piruleta. Y al perro, le dio
una patada y lo sacó de casa.
Entonces,
María cogió la mochila y se fue al colegio con su hermano mayor. En el camino
se encontró a muchos amigos a los que hacía mucho tiempo que no veía. Llegó al
colegio un poco nerviosa porque le cambiaban de profesores y de compañeros. ¡No
se imaginaba Secundaria así!
Así que
me fui a ver a mi amigo para felicitarle las navidades. Pero, llamaba y
llamaba… Se fue mi amigo; me puse muy triste. Después ya no supe más, así que
en ese instante acabó su historia.
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