Dirán los críticos que nunca leerán esto que si la expresión, los recursos literarios, el ritmo, la trama, la estructura.... Banalidades intelectuales.
El texto que sigue, el primero de una serie que irá apareciendo en próximas entradas, es el resultado de un rato de clase dedicado a la escritura creativa. Cada chico escribió un párrafo sin conocer lo escrito por sus compañeros. De esa forma, al colocarlos uno a continuación de otro, dispusieron el azar y las musas que resultase lo que sigue.
El objetivo no era otro que escribir. Escribir y disfrutar haciéndolo. Todo lo demás vendrá cuando haya de venir.
Ahora toca leer y dejarse sorprender.
Érase
una vez un niño que se perdió en una ciudad muy grande. Sus padres le buscaban
pero el niño no aparecía. Se lo dijeron a la policía, pusieron carteles por
todos los postes y farolas… Pero el niño no apareció
Trabajaba
en el periódico local, aunque su gran pasión siempre había sido el cine. Él no
quería ser un simple actor, quería ser el doble de algún protagonista en las
escenas de acción. Por primera vez en mucho tiempo, no pudo dar una evasiva;
había cogido la costumbre de evitar cumplir su sueño porque lo veía imposible.
Ahora, con el periódico sobre la mesa y el anuncio ante sus narices, no podía
decir que no a su sueño.
En el
río se encontró un pez muy grande y se marchó a buscar a su padre para
consultarle. En seguida se subieron en el coche y fueron hacia allí. Cuando
llegaron, unos hombres encapuchados los secuestraron y les torturaron. El chico
vio un pez que le llamó la atención y dijo que ya lo había visto antes. Cuando
aquellos hombres iban a dispararles, entraron los antidisturbios a meter leña.
Llegué
a mi nuevo instituto y me sentía rara, como si la gente me despreciara. Choqué
sin querer con un chico muy guapo y nos empezamos a conocer. “Hemos quedado a
las seis en el cine” le dije a mi madre.
Iba yo
el otro día con mi perra y cuando le estaba tirando la pelota, vi un gato
subiendo por una pared bastante alta. Mi perra, como de costumbre, cuando vio
al gato, pues fue a por él. El gato se metió en una casa abandonada y pensé que
no volvería a verla porque…
Como
casi todas las historias acaban bien, esta también va a acabar bien para que
los niños no empiecen a llorar, porque si no, el autor se pondrá triste. Bueno,
yo me despido porque la historia acabada de terminar. Chin pon.
Lo dicho: la siguiente historia, en la próxima entrada. Allí nos leemos.
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