"Day after day, we are comming across with unexpected events which make our live a little adventure " (Enigman)

domingo, 16 de diciembre de 2012

Literatura_cuatro

Y...
That's all, folks!
Esta es la última entrega de literatura creativa.
Eso sí, siempre podréis releerlas o inventar algo nuevo.
Esto es lo que hay.


Hacía frío. Era invierno. Juan, un chico con el pelo rubio, ojos marrones y estatura normal, paseaba por las calles de Nueva York. De repente oyó…


Fue hacia el parque donde se encontró con una niña que se llamaba Rita. Empezaron a hablar, se hicieron amigos y fueron paseando hacia el lago comiendo palomitas. Y se sentaron a la orilla del lago y compartieron las palomitas con los patos y los cisnes.

Entonces, el Capitán Calzoncillos siguió peleando  con una palanca de desatascar retretes. Un retrete le venía por un lado, otro le amenazaba por el otro, pero el Capitán Calzoncillos pudo meterles la palanca de desatascar por la boca y los retretes murieron. Pero todavía quedaba el Súper Retrete Parlante 3000.

Los dos chicos corrieron, intentando huir del asesino. Llegaron a una montaña en la que no había lugares para esconderse. Se pusieron muy nerviosos. Se acercaba el asesino y no sabían qué hacer.







David no recibió un tiro en la cabeza porque Pablo le empujó a tiempo. Diego curaba la herida de Isma, ya que tenía una bala en el hombro. Mientras, yo intentaba cargarme a un francotirador en la ventana del edificio de enfrente que nos tenía inmovilizados. Finalmente, un helicóptero nos evacuó a todos. La misión había acabado.

Literatura_tres

¡Hola, de nuevo! 
Siguiente entrega de literatura creativa. 
¡Que la disfrutes!


Había una vez un gato al que no le gustaba el pescado, pero le encantaba comer chocolate. El gato era blanco, pero con tanto chocolate, se había vuelto marrón.





Más allá, el lobo Pérez estaba a punto de ir al monte en busca del tesoro. Pero antes, debía decírselo al perro Ramón para que lo acompañara.








El electricista fue a cortar el cable correcto de la bomba pero antes de que lo cortara, apareció el terrorista con una ametralladora. El electricista pensó que todo había acabado cuando, de repente, apareció el valiente policía que intentó capturar al terrorista. Pero el electricista cortó el cable incorrecto y todo voló por los aires. Todo menos el terrorista.

Un chico encontró un perro al que llamó Pipo. El perro se encariñó con el chico, que se llamaba Pepito. Se llevó el perro a casa y, al llegar, como tenía que hacer los recados, lavar los platos, hacer la cama… al perro le dio tanta pena que se puso a hacer él las tareas. Se puso patas a la obra y comenzó a hacer las camas mientras Pepito veía la tele. Cuando la madre de Pepito llegó a casa y lo vio todo tan limpio y ordenado, le dio una piruleta. Y al perro, le dio una patada y lo sacó de casa.

Entonces, María cogió la mochila y se fue al colegio con su hermano mayor. En el camino se encontró a muchos amigos a los que hacía mucho tiempo que no veía. Llegó al colegio un poco nerviosa porque le cambiaban de profesores y de compañeros. ¡No se imaginaba Secundaria así!

Así que me fui a ver a mi amigo para felicitarle las navidades. Pero, llamaba y llamaba… Se fue mi amigo; me puse muy triste. Después ya no supe más, así que en ese instante acabó su historia.

jueves, 13 de diciembre de 2012

Literatura_dos


Ya sabéis: lo prometido es deuda. Y yo soy buen pagador. Así pues, aquí va la segunda entrega de una experiencia creativa de los alumnos de Primero B.

Que la disfrutéis.




Érase una vez un señor que iba paseando por el monte. El aire era fresco y hacía un deslumbrante sol; era un día precioso. Había quedado con su hijo, que se llamaba Jaime, pero al ver que no llegaba, se extrañó mucho. Pensó que le había pasado algo y fue a buscarlo.


¡Vaya como estaba! ¡Ufff! La comida más rica que existe.
Al poco rato, vino mi madre furiosa pero, antes de que entrase en la sala, me escapé con mi tirachinas a la calle. Llamé a las casas de mis amigos para gastar bromas.



Desde el primer momento noté como si el ambiente hubiera cambiado; era algo raro. Salí a dar una vuelta pero no vi a nadie. Me sentí abandonado; también tenía miedo. Volví rápido a casa. Allí me sentiría más seguro.

Y se fue a pasear a la orilla del mar que estaba enfrente de su casa, pensando en lo que le pasaba en su vida. De pronto, vio un gran pájaro de color rojo y verde. Era hermoso; la forma en que volaba, la tranquilizaba y la hacía olvidarse de todo. En ese momento, solo existía ella y el hermoso pájaro.


Por fin, el chico se atrevió a subir a la montaña rusa. Le divirtió y se montó dos veces más. Se mareó pero no le importó y se siguió montando en la montaña rusa. Pidió a sus amigos que se montaran con él, pero no querían, así que se montó él solo.


Iba por la calle y, era tan gafe, tan gafe, tan gafe, que tropezó con el bordillo con tan mala suerte que en ese momento pasaba por la carretera un camión que lo atropelló y murió. Y todo por culpa de haber pasado por debajo de una escalera.

miércoles, 12 de diciembre de 2012

Literatura

Mis chicos y chicas de Primero B saben que el lenguaje literario ha de cumplir dos requisitos básicos para serlo: ser bello y sorprender.

Dirán los críticos que nunca leerán esto que si la expresión, los recursos literarios, el ritmo, la trama, la estructura.... Banalidades intelectuales.

El texto que sigue, el primero de una serie que irá apareciendo en próximas entradas,  es el resultado de un rato de clase dedicado a la escritura creativa. Cada chico escribió un párrafo sin conocer lo escrito por sus compañeros. De esa forma, al colocarlos uno a continuación de otro, dispusieron el azar y las musas que resultase lo que sigue. 

El objetivo no era otro que escribir. Escribir y disfrutar haciéndolo. Todo lo demás vendrá cuando haya de venir.

Ahora toca leer y dejarse sorprender.



Érase una vez un niño que se perdió en una ciudad muy grande. Sus padres le buscaban pero el niño no aparecía. Se lo dijeron a la policía, pusieron carteles por todos los postes y farolas… Pero el niño no apareció

Trabajaba en el periódico local, aunque su gran pasión siempre había sido el cine. Él no quería ser un simple actor, quería ser el doble de algún protagonista en las escenas de acción. Por primera vez en mucho tiempo, no pudo dar una evasiva; había cogido la costumbre de evitar cumplir su sueño porque lo veía imposible. Ahora, con el periódico sobre la mesa y el anuncio ante sus narices, no podía decir que no a su sueño.

En el río se encontró un pez muy grande y se marchó a buscar a su padre para consultarle. En seguida se subieron en el coche y fueron hacia allí. Cuando llegaron, unos hombres encapuchados los secuestraron y les torturaron. El chico vio un pez que le llamó la atención y dijo que ya lo había visto antes. Cuando aquellos hombres iban a dispararles, entraron los antidisturbios a meter leña.

Llegué a mi nuevo instituto y me sentía rara, como si la gente me despreciara. Choqué sin querer con un chico muy guapo y nos empezamos a conocer. “Hemos quedado a las seis en el cine” le dije a mi madre.

Iba yo el otro día con mi perra y cuando le estaba tirando la pelota, vi un gato subiendo por una pared bastante alta. Mi perra, como de costumbre, cuando vio al gato, pues fue a por él. El gato se metió en una casa abandonada y pensé que no volvería a verla porque…

Como casi todas las historias acaban bien, esta también va a acabar bien para que los niños no empiecen a llorar, porque si no, el autor se pondrá triste. Bueno, yo me despido porque la historia acabada de terminar. Chin pon.


Lo dicho: la siguiente historia, en la próxima entrada. Allí nos leemos.

Sorpresas

Creo recordar que era Rubén Blades quien cantaba aquello de "La vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida".

¡Qué gran verdad! 
Y, en ocasiones, además son agradables, como la clase de Historia de hoy. Es más, en ocasiones son también gratificantes, como lo ha sido para mí encontrarme con estos dibujos. 

Gracias, Valen; te admiro. Y te envidio.




sábado, 1 de diciembre de 2012

Mincemeat


En alguno de sus escritos, afirmaba Gotthard Zügel haber visto un programa de televisión en el que una física francesa decía que “Tal vez la ciencia nunca logre demostrar que uno más uno es igual a dos”. Para la gente corriente, no obstante, esto queda fuera de nuestro alcance. De toda la vida, uno más uno son dos. Las matemáticos sabran disculpar mi condición de neófito en álgebra de Boole, sistemas binarios y asuntos tales.


Siempre había creído que uno más uno son dos; por más que Shakire cante eso de "Porque uno y uno no siempre son dos". Ni siquiera oyendo a Carlos Goñi que “uno y uno no son dos, uno y uno es lo que es” lo había puesto yo en duda. Hasta esta semana pasada.

Esta semana pasada he visto, con meridiana claridad, que hay gente empeñada en demostrar que, efectivamente, uno más uno no son dos.

No acabo de ver el motivo de tal interés; y me causa cierta desazón. Me recuerda a la trama de una película de los años cincuenta: “The Man Who Never Was”. En la cuestión que nos ocupa, la película se titularía "The Problem Who Never Was".











En la primavera de 1943, un vecino de Punta Umbría descubrió mientras pescaba en la zona conocida como ”El Portil”, el cuerpo sin vida de un militar inglés junto con los restos de una balsa neumática. Sin saberlo, aquel pescador, acababa de encontrar al hombre que nunca existió. La operación "Mincemeat" había comenzado.



Quién sabe cuándo y dónde será esta vez el desembarco.

Por cierto, también puede contribuir a confundir más este párrafo de Elsa Treviño en su blog (DES)EXPLICACIONES:


"En un café de un Oxford al que no he ido, le dije a López que inventaría un problema. Pero no fui a Oxford así que no sé si debería inventarlo. Podría decirle: mira, López, me inventé un problema porque soñé que te había dicho que me lo inventaría. Aunque bien pensando, el problema ya estaba ahí, sólo que necesitaba otras palabras para plantearlo. Luego López diría que le gustaría escucharme y yo recitaría mi lógica onírica…"

Quién sabe qué me dirá López. Aunque, como raramente me encuentra, tal vez no tenga nada que decirme.

No te preocupes, lector/a si no has entendido nada. A mí me pasa cada vez con más frecuencia. Mi consejo: sigue creyendo que dos más dos son cuatro. ¿O no?