"Day after day, we are comming across with unexpected events which make our live a little adventure " (Enigman)

sábado, 21 de abril de 2012

Bombilla


Recuerde el alma dormida, 
avive el seso y despierte 
contemplando

cómo, a nuestro parecer, 
cualquiera tiempo pasado 
fue mejor. 

Quizá no sea del todo cierto, 
pero eso decía Jorge Manrique allá por el siglo XV. 


Ayer he visto, por segunda vez, un documental de televisión sobre la OBSOLESCENCIA PROGRAMADA. Lo que, en lenguaje coloquial viene a decir que los fabricantes elaboran sus productos para que al cabo de cierto y breve tiempo dejen de funcionar. 
Esta mañana, mientras desayunaba, sonó desde la calle la conocida melodía del "Afiladoooor... Paragüeroooo...". Para mí es una escena entrañable que me recuerda tiempos pasados y lugares queridos. 


Antes, las cosas duraban mucho tiempo; no se tiraba nada: todo podía servir para algo más todavía. Hasta las latas grandes de conservas, vacías, tenían su utilidad a la hora de llevarles el trigo o el maíz a las gallinas. ¿Quién de mi generación no ha heredado ropa de sus hermanos, primos, vecinos... que, con un pequeño arreglo de las expertas manos de mamá, quedaba casi como nueva. Hasta en mi pueblo había alguien que, con mejor intención que técnica, reparaba transistores, motores, linternas... Y la llegada del hojalatero era algo casi mágico. Era el hojalatero un hombre que lo mismo ponía un parche a una cacerola, que unas barillas a un paraguas desvencijado por el viento, que fabricaba una regadera a partir de unas latas de aceite o pegaba las suelas descosidas de una viejo par de zapatos. 
De todo aquello ya no queda casi nada. Hasta Don Emilio, el viejo zapatero de mi calle, ha cerrado su pequeño taller. Será cosa del progreso. 


Quizá por todo lo dicho merezca la pena conocer la historia de la bombilla del cuartel de bomberos de Livermore (USA). Aunque cueste creerlo, allí luce una bombilla que lleva encendida desde 1901. Allí sigue dando una luz amarillenta, casi mortecina... pero ¡LUCE! Y ya van más de 110 años. Y pensar que una bombilla actual no duraría, en el mejor de los casos, cien días si estuviese continuamente encendida. 

Haz CLIC AQUÍ aquí para acceder a la webcam que vigila permanentemente a la vieja bombilla de Livermore: testigo -como al afilador-, de otros tiempos, de otras formas de pensar y de vivir. Quizá no mejores, tal vez sólo distintas.

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