Ayer, viernes, se cumplieron 67 años de la liberación del campo de exterminio de Auschwitz-Birkenau por parte del ejército soviético un 27 de enero de 1945. Es el día que la ONU ha propuesto para conmemorar el Día Internacional de las Víctimas del Holocausto.
Todos los periódicos que pude hojear y ojear abordaban la noticia de una u otra manera.
En "Nuestra resistencia al Holocausto" (El País, 27 de enero de 2012), Isaac Querub y Álvaro Albacete recordaban aquel lugar como una "metáfora del mal inconcebible y monstruoso".
En la contraportada del mismo diario, Jesús Duva entrevista a Georges Loinger, quien a sus 101 años recuerda sus peripecias para poner a salvo del nazismo a 350 niños: "Loinger llevaba a los niños a jugar al fútbol junto a la frontera suiza, y cuando la pelota caía en territorio helvético, un niño corría tras ella... y ya se quedaba allí".
Uno de esos dibujos titulado "Paisaje lunar" sería llevado en su viaje espacial por el primer astronauta israelí miembro de la tripulación del Columbia, desintegrándose con la nave al regresar a la tierra.
Ayer, en el cole, llamé la atención a un de mis alumnos por haber dibujado una esvástiva en su libreta.
No faltará quien me crea un exagerado pero... Cuenta Chava Pressburger, hermana pequeña de Petr, que la última vez que, con nueve años, vio a Petr, dos años mayor y, como ella, camino de un campo de concentración, "Le di unas rebanadas de pan por la ventanilla y hasta pude cogerle la mano entre las rejas. Después, un guardián me apartó de él". Nunca más.
"El poeta catalán Salvador Espriu decía a sus hijos: 'Habré vivido para salvar estas pocas palabras que os dejo: el mor, la justicia, la libertad'. El verdadero valor del patrimonio de nuestro legado no es tangible... Es, ante todo, una tarea de enseñanza, a conocer y a hacer, a ser y a vivir juntos".
(Querub y Albacete, artículo citado)
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