La CIUDAD y los perros (de Mario Vargas LLosa)
-Cuatro -dijo el Jaguar.
Los rostros se suavizaron en el resplandor vacilante que el globo de luz difundía por el recinto, a través de escasas partículas limpias de vidrio: el peligro había desaparecido para todos, salvo para Porfirio Cava. Los dados estaban quietos, marcaban tres y uno, su blancura contrastaba con el suelo sucio.
-Cuatro -repitió el Jaguar- ¿Quién?
-Yo -murmuró Cava- Dije cuatro.
-Apúrate -replicó el Jaguar- Ya sabes, el segundo de la izquierda.
(...)
Ver inicio de la película
No hay comentarios:
Publicar un comentario