Hoy he acabado de leer las últimas páginas de un libro escrito por Miquel Rayó. Donde vuelan las cometas es su título. Quince cartas que el protagonista, un escritor de cartas, dirige a su hija ausente.
Una vez se me posó una en la punta de la nariz y permaneció allí un buen rato. De tanto mirarla, los ojos me dolieron toda la mañana, porque me ponía bizco. Era redonda como la luna. Ligera como un beso. Quebradiza como una esperanza.
Hechos cotidianos sirven de excusa para recuperar recuerdos del pasado. Me ha gustado. Mucho. Una historia entrañable que se va mostrando como sin querer, con miedo a los soldados que vigilan en cada esquina, entre un puñado de líneas cargadas de sensibilidad, de emoción, de añoranza… de todo aquello que debe llenar el corazón de quien lo ha perdido todo; todo menos la esperanza:
Por eso le pido a Ehmer que, de vez en cuando, tire al mar, desde el puerto de la ciudad, estas cartas que te escribo… Tal vez las olas lleven hasta donde estáis mis cartas llenas de añoranza.
Siempre he pensado que ha de ser muy difícil empezar bien una historia. Y pocas veces había sido tan consciente como en Donde vuelan las cometas, de lo importante que es terminar bien esa historia. La despedida de cada una de las cartas es un final que bien pudiera haber sido un hermoso principio, el cierre perfecto:
Que mi firma te recuerde hoy el vuelo amable de las golondrinas.
Que mi entrada subraye hoy el arte impagable de quien escribe con el corazón. Y perdón por el parafraseado.
Autor: Miquel Rayó Ferrer
Editorial: Editorial Luis Vives (Edelvives)
Fecha de publicación: 28/01/2003
Páginas: 80
ISBN:9788426350015
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